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sábado, agosto 30, 2003

Sólo estaba descansando la vista 

Qué feito, pero que feíto es estar tan cansada que se te cierran los ojos en cualquier lado. Como en el curso de fotografía (donde somos tres personas, quiere decir que por lo menos un tercio del tiempo el profesor clava la mirada en tu jeta de párpados caídos), o en la charla de Citizen Kane (en la que luego una se larga a comentar, deseando no mandar demasiada fruta porque la peli la vio hace demasiado tiempo y no cuando la pasaron recién en el auditorio con la estufa tan calentita y esos asientos mulliditos y el arrorró del proyector).
Y qué lindito, qué lindito, poder dormir siesta, arrebujarse (probablemente, uno de los mejores verbos ever) en la frazada color miel, con los pantalones puestos y la cama sin desarmar.
Suena a madre densa, pero yo todos los días le digo a mi hermanito: "Aprovechá vos, que podés dormir, y metéte en la cama!" De más está decir que prefiere perder el tiempo jugando a la Play.
Maldita posmodernidad y su exaltación de la acción como valor principal. Quero noni!

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