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lunes, agosto 16, 2004

Luz verde 

Camina ligerito por la calle. Son las 7 de la mañana. Los trajeados salen para la oficina, los diarieros terminan de acomodar las últimas revistas cholulas y las viejas pasean lennntas a sus perritos falderos. Los porteros de uniforme marrón clarito, azul, baldean con ojos chiquitos las veredas, el agua se va colando por las canaletas de las baldosas y termina en la zanja. Y todos, todos la miran. Pasos cortitos y rápidos, casi parecen saltos o más bien descargas eléctricas. Se cierra el tapado cruzado que le trajo papá de afuera. Qué diría papá... Trata de alisarse sin mucho éxito el pelo y aunque es mayo ni el frío aplaca el calor que siente en el cuello, ni la poca luz disimula sus mejillas sonrojadas y el esbozo de sonrisa triunfante que se cuela en la comisura de sus labios. Cambio el semáforo, sigue la carrera. Se saca la bufanda que enroscó en el cuello por mera costumbre, quizás para ocultar verdades moradas, después de todo sabemos, está más que de más. Todavía huele a ella, y a un perfume ajeno, futuro disparador de recuerdos. Va con la mirada fija en el piso y de vez en cuando levanta la vista sólo para encontrarse con otros ojos que notan que pese al empeño olímpico que le pone, no puede quitarse la expresión de atorranta. Y eso que se lavó la cara cinco veces antes de salir... pero la sonrisa esa, tan particular, pícara y de perversa satisfacción que deja tras de sí el hacer lo estatuido como prohibido (por envidia, obviamente), no se lava con nada... ni la mirada centelleante y huidiza... ni el sabor, ni el olor, ni el ardor de sexo, jadeos, mordiscos, arañazos, caricias, castigos, gritos, suspiros, susurros y! Y... y tantas... tantas cosas q todavía le hacen cosquillas por dentro. Otro semáforo en rojo. Espera inquieta en la esquina actuando casual, pretendiendo un bostezo... pero en la mitad de su brillante interpretación de “Srita. Maria Castidad del Carmen” el bostezo se le convierte en carcajada, que se le escapa estridente, poniéndola en evidencia ante un público adormilado y atónito que la mira como si de una loca se tratara. Delatada por la excitación, traicionada por la más desvergonzada de las risas, ja. Qué más da... Se cubre la cara con las manos, ya definitivamente enrojecida y niega con la cabeza mientras todavía ríe sin darse cuenta. Mira entre los dedos, igual que lo hace en las películas de terror, pero esta vez le guiña el ojo cómplice a su reflejo que le hace burla desde una vidriera y piensa para sus adentros “Sí, eso. Y qué?” Mira sin mover la cabeza a una señora que la veía de reojo y disimulada, que se sobresalta sorprendida por la descarada muchacha. Se endereza lentamente y sacude la cabeza despreocupada. Una sonrisa pícara, casi sensual se le instala en los labios y un aire desafiante se posa en su mirada. Manos en los bolsillos, pose relajada. El semáforo cambia. Sigue plácida su caminata.

Post creado enteramente por Kaleidoscópica, con pequeñas intrusiones irrelevantes de su leal servidora.

Tonight's song: Fun for me - Portishead. Best served with: pegarse una vuelta por uno de los pocos blogs decentes de este mundito pedante.

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