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sábado, agosto 14, 2004

Realisin 

Entre el decimonoveno pucho del día y la nubladura recurrente del ojo izquierdo, la epifanía más perfecta se me apareció en esa esfera ovoide que yo creo es donde suceden los pensamientos. Ese cuartito pintado de blanco, con algunas vetas sanguíneas por donde fluyen las neuronas echando chispas como en un boliche electrónico, todo al son del bombeo de las calderas que están 40 cms más abajo.

A partir de esta semana y hasta el último día de clases de diciembre, me han sido vetados todos los fines de semana. Todos. Nada de escaparse dos días a la costa, o a un camping, o encerrarme en la casa del reluctant little boy a escuchar jazz y discutir y bañarnos cuando se nos dé la gana.

No. Lo que se viene es colocar de una vez los grilletes a los costados del teclado, y las tiras de cuero a los apoyabrazos de la silla azul del cuarto de la computadora. Un cartón entero de Camels, un tacho grande para vaciar los ceniceros y otro más pequeño para vaciar el líquido que me sale de la cabeza. Y cotonetes para destapar bien los oídos y escuchar cómo los demás me relatan en msn sus noches divertidas, sus resacas hilarantes.

Son sólo tres meses. Sólo tres meses. No puede costar tanto.

Tonight's song: Wish you were here - Pink Floyd. Best served with: películas alquiladas, libros prestados, cerebro en venta.

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