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viernes, octubre 01, 2004

Turritanismo 

Que conste que para el tiempo en que me puse a tipear esta desvergonzada y trillada crónica de una muerte cerebral anunciada en el wordpad, ya se me había colgado blogger, casi me quemo los labios con el resabio del último pucho del día, y el easy-going guy se había conectado para celarme con una muchacha pechos de zeppelin que me quiere robar mi merecido puesto de groupie.
Entonces, comentaba. El lunes fui con uno de mis coequipers a un antro de la perdición cerca de Paraná y Corrientes, a adquirir un harrrrrrmoso vibrador rosa chicle para una amiga. Sí, para una amiga que no soy yo. Sí, sé que parece que lo compré para mí, pero todavía no me llegó el tiempo. Déme un mes, señor juez.
Lo divertido fue probarlo (probarlo es encenderlo, no metérmelo en la cajeta) en el medio de la calle, a la vista de las coquetas señoras que pasean sus poodles a las siete de la tarde. Lo nombramos Rudy, por Rodolfo Valentino.
Después de más de un mes de angustias, y sabiendo que al mundo blogger tan cool y moderno le molesta que lo comente, me vino. Sólo espero que para el fin de semana se me vaya. Lejos. No da para hacer una gran salida dominguera que probablemente termine en un coito animal y servir fideos con tuco.
Sí, también me dí cuenta que estoy siendo excesivamente guarra. La otra cara, el país que no miramos.

Siento arañas caminándome por la columna, cucarachas en los oídos y hormigas entre los dedos de los pies. La boca llena de grasa vacuna sin refinar, las uñas de las manos llenas de barro seco. En mi pelo reptan babosas jugosas, viscosas. Me siento sucia.

I'm over him. Definitivamente. Lo vi esta semana y no me movió un pelo. Me movió a lástima. Moooving on, people.

Tonight's song: Black Bird - The Beatles. Best served with: y ahora que no estoy obsesionada con nadie, ¿qué voy a hacer? (sí, se que este post no tiene coherencia. Hace cuatro días que duermo una hora por noche. Comprendanme, manga de soretes).

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