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miércoles, mayo 11, 2005

Diagnóstico 

Es casi como aquella metáfora tan trillada, eso de cargar la mochila en la espalda, la cruz de Cristo, el mundo sobre los hombros, pero no, tampoco es tan así. Más bien, es como que por las venas te circule plomo líquido, que el peso sea interno, que no te lo puedas sacar ni haciéndote un recambio de sangre à la Keith Richards.
Que cada mililitro de tus humores acerados, grisáceos, esté formado por un pequeño secreto, de esos que tenemos todos.
El problema se suscita cuando los secretos son tan grandes, tan inconfesables, tan degradantes que se te forman coágulos, esferas plomizas del tamaño de puños, que te van pegando en el corazón ya cansado de tanto peso innecesario.
Ahí es cuando cada paso que das se transforma en un esfuerzo hercúleo, cuando levantarte de la cama se vuelve una opción lejanísima, dejás la ducha diaria y el cepillo de dientes en la lista de espera de cosas que hace la gente más normal.
Y mientras los ventrículos se tapan y las aurículas se ensanchan, desgarradas; el cuerpo se va intoxicando, la septicemia anímica empieza a corroerte, a deshilacharte a dentelladas, y ya es demasiado tarde para cualquier suero.

"Altos niveles de plomo en sangre" fue el diagnóstico oficial. "Demasiados secretos guardados" me confirmó el doctor cuando estuvimos solos en la habitación. Una de tantas enfermedades terminales que debería terminar conmigo de una buena vez.

Tonight's song: Mi enfermedad - Fabiana Cantilo. Best served with: eutanasia.

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